La Mafia cambia de piel
(Tratto da El Periódico de Catalunya – di Rossend Domènech)
Dos reporteros aventuran en ‘Malaitalia’ la derrota del crimen organizado tradicional y su transformación a través de la penetración en el Gobierno, las finanzas y la industria. Las mafias italianas serán declaradas difuntas, eliminadas o diezmadas antes del 2013, cuando acabe la actual legislatura gobernada por los conservadores.
«La Mafia que relatan los libros, el cine y las series televisadas habrá dejado de existir. Oficialmente». Laura Aprati es contundente. Tiene la modestia de los reporteros de solera y la firmeza de la buena gente. Junto con Enrico Fierro acaba de publicar Malitalia, un libro que no es solo un libro, sino una secuencia de confidencias, una investigación y un testimonio.
Todos los textos sobre mafias usan siempre los verbos en pasado. Cuentan que los aliados de la segunda guerra mundial se sirvieron de ella para entrar en Sicilia desde África, que la Democracia Cristiana gobernó el sur durante 40 años gracias a Cosa Nostra, que hace diez, cinco o tres años sucedió esto o aquello. En primera línea Malaitalia cuenta la actualidad, cómo ayer mismo servidores del Estado combatían en primera línea al crimen organizado desde una situación no menos peligrosa que la de Afganistán. Ignorados por la información del día a día. Y todo ello pese a que, a causa de la sumisión mafiosa, Campania, Calabria y Sicilia sean el lastre que arrastra Italia.
Más que un libro, el texto se asemeja a un largo reportaje televisivo en directo sobre lo sucedido la noche anterior a su publicación en las montañas del Aspromonte, en Calabria. Hasta ahora, nunca se habían publicado las confidencias de quienes, en esa primera línea, sacrifican diariamente las posibilidades que la vida ofrece, como tener hijos, o su convicción de que detrás de la primera fila los coroneles y generales siguen dirigiendo la guerra sin pactar con el enemigo.
O los riesgos que corren al decidir, sin permiso previo, que un mafioso recién arrestado pueda verse durante una noche entera con su esposa en una habitación de hotel para convencerle de que debe colaborar con la justicia, mientras los agentes mantienen acordonado el edificio, esperando la respuesta. En Calabria, Sicilia y Campania, los autores recogen las intimidades profesionales de quienes organizan los equipos de búsqueda y captura de los fugitivos.
«Nunca dejo solos a mis chicos. No podría dormir tranquilo sabiendo que aquella noche están apostados en una carretera, detrás de unos matorrales, para controlar un caserío donde se esconde un huido», confiesa uno. Sale a relucir la sutil línea que separa a unos y otros –«nosotros y los mafiosos»–, con la dificultad de librar una «guerra» en la que unos respetan «las reglas de la democracia» y los otros no. Una guerra «entre quienes [los mafiosos] poseen una liquidez que ofusca cualquier banco y quienes [los policías] tienen dificultades para comprar papel de fotocopiadora».
En escasas 150 páginas, el texto describe esa «infantería» policial apostada en algún bosque siciliano o pegada a los auriculares escuchando las conversaciones de los lugartenientes de Matteo Messina Denaro, el líder más conocido de Cosa Nostra. Muchos le consideran el capo actual, sucesor de Luciano Liggio, Totò Riina y Bernardo Provenzano.
Es uno de los cinco criminales más buscados del mundo y está fugado desde 1993. «En cualquier momento» «Messina Denaro puede ser detenido en cualquier momento…», afirman los autores del libro. Y uno se queda perplejo. ¿Por qué, pues, no se hace ya? La respuesta contiene probablemente la clave del por qué y con qué consecuencias, antes del 2013, las mafias tradicionales serán oficialmente derrotadas. Escriben los autores que «las mafias han cambiado de piel» y que «el silencio actual de los fusiles no significa una tregua… sino solo un cambio genético». Se arresta a un promedio de ocho mafiosos por día y, echando cuentas, para el 2013 los detenidos equivaldrán al número de mafiosos armados.
Los capos de película habrán dejado de existir, porque la Mafia se habrá transformado «genéticamente», dejando de subyugar territorios para entrar en los ganglios vitales del país. Se habrá mudado a las finanzas, industrias, grandes superficies, ministros, diputados, senadores, concejales de urbanismo, banqueros. «La Mafia original ha sido vencida en el plano militar», dijo esta semana Pietro Grasso, fiscal nacional antimafia. La nueva será la «Mafia sumergida», en palabras de Messina Denaro. Y disparar ya no será necesario.